La diferencia está en la mirada.

No siempre se trata de enfocar solo a los protagonistas.

Porque a veces,
el “sí quiero” más bonito no está en primer plano,
sino en los ojos de quien lo escucha.

En esta imagen, el beso va al fondo.
Pero lo que emociona,
lo que hace que esta foto esté entre sus favoritas,
es esto:
sus amigas.
Las de siempre.
Las que han vivido mil versiones de su historia
antes de que llegara este momento.

Cada lágrima,
cada aplauso espontáneo,
cada sonrisa rota de emoción,
habla de un vínculo real.

Y para nosotros,
ese también es el trabajo:
mirar más allá del centro.
Saber cuándo apartarse del guion.
Contar lo que está pasando…
aunque nadie lo esté mirando.

Porque contar bien una boda
no es solo retratar a la pareja.
Es darle su lugar a cada persona que la hizo especial.

Así es como se construyen los recuerdos:
con lo que pasó,
pero también con lo que se sintió alrededor.

Carles Figuerola