Lo invisible también se recuerda.
Una novia a punto de vestirse.
Su madre. Su hermana. Su mejor amiga.
Y un/a fotógraf@… en silencio.
Hay momentos en los que todo lo que tienes que hacer
es no hacer nada.
Solo mirar.
Sentir.
Esperar.
Sin dirigir.
Sin hablar.
Sin alterar lo que ocurre.
Ese instante justo antes de que se ponga el vestido,
cuando las manos tiemblan un poco,
cuando el cuerpo todavía es solo cuerpo,
y la emoción está en cada respiración contenida…
ese instante es sagrado.
𝐘 𝐥𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐞𝐦𝐨𝐬.
Por eso no interrumpimos.
No pedimos que repitan nada.
No añadimos frases tipo “ponte ahí con la luz”.
Porque nuestra forma de trabajar no consiste en crear momentos.
𝐂𝐨𝐧𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐬𝐚𝐛𝐞𝐫 𝐯𝐞𝐫𝐥𝐨𝐬.
Estar sin molestar.
Acompañar sin imponer.
Documentar sin alterar la realidad.
Esta foto no la habríamos podido hacer si hubiéramos dicho una palabra de más.
Y precisamente por eso la hicimos.
Porque entendemos que hay instantes que se nos prestan,
y hay que tener el respeto suficiente para recibirlos sin romperlos.
Queremos contar tu historia como se merece:
desde dentro, pero sin invadir.
Con presencia, pero sin protagonismo.
Para que cuando todo acabe,
puedas revivir no solo lo que pasó,
sino cómo se sintió.
Carles Figuerola