Cuando todo acabe, solo quedará lo nuestro.
Después de más de 25 años trabajando con parejas, pensaba que ya lo había escuchado todo.
Pero hace unas semanas, hablando con una novia justo antes de decidirse, me dijo algo que me dejó completamente descolocado —para bien.
“𝐂𝐚𝐫𝐥𝐞𝐬… 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐦í 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐬𝐢ó𝐧 𝐞𝐬 𝐦𝐮𝐲 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐧𝐭𝐞. 𝐏𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐚𝐜𝐚𝐛𝐞, 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐫á 𝐥𝐨 𝐯𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨.”
Así. Tal cual.
Y me quedé en silencio.
Porque en una sola frase resumió todo lo que hacemos aquí, mejor que cualquier briefing, claim o texto de web que hayamos escrito nunca.
𝐂𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐚𝐜𝐚𝐛𝐞, 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚𝐫á 𝐥𝐨 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨.
No se refería a las fotos como archivos, ni a un álbum bonito.
Se refería al valor real de mirar atrás y sentir que todo fue vivido, documentado y contado con verdad.
Sin artificios.
Sin postureo.
Lo que queda cuando ya no suena la música, cuando el vestido vuelve al armario, cuando los invitados se han ido.
Y desde ese día, esa frase la tenemos grabada a fuego en el estudio.
Porque nos recordó lo esencial:
𝐥𝐚 𝐛𝐨𝐝𝐚 𝐩𝐚𝐬𝐚 𝐞𝐧 𝐮𝐧 𝐝í𝐚, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐥𝐚𝐬 𝐟𝐨𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐛𝐞𝐧 𝐝𝐮𝐫𝐚𝐫 𝐭𝐨𝐝𝐚 𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚.
Y lo que quede, tiene que ser real.
Si eres de esas personas que le da valor a las decisiones importantes, te propongo algo sencillo:
una llamada tranquila para contarte cómo vivimos una boda desde dentro,
cómo trabajamos y por qué lo que hacemos no es solo fotografía.
Sin prisas, sin presión.
Solo para ver si tiene sentido hacerlo juntos.
Carles Figuerola